divendres, 12 de desembre del 2008

Guerra en el Congo

El Congo en guerra.
La guerra por el Coltan.

Son ya más de cinco millones y medio de muertes. El conflicto en el Congo, antiguo Zaire, comenzó el 2 de agosto de 1989 oficialmente acabó en el 2003 pero continúa. No es un enfrentamiento tribal o de Hutus contra Tutsis como nos quieren hacer creer, es en realidad una guerra colonial. Las grandes compañías internacionales de la electrónica son las auténticas responsables del genocidio.

La República Democrática del Congo, es el tercer país de África en extensión. Posee el 34% de las reservas mundiales de cobalto, el 10% del oro, importantes yacimientos de diamantes, uranio, caserita, niobio, el 70% del agua dulce de África y sobretodo el 80% del total mundial de coltan. La guerra es por la posesión de este mineral, un elemento básico en la moderna sociedad tecnológica; de él se extrae el Tantalio, un metal estratégico integrado en los dispositivos electrónicos, desde las estaciones espaciales a los chips de nuestro móvil o los ordenadores. Este metal se desvela como imprescindible y por tanto, terriblemente deseable para las grandes multinacionales de la electrónica.

Para esta pobre nación africana esta enorme riqueza es su maldición. Como el caso de Iraq, la increíble abundancia de recursos naturales los hunde en la pobreza más extrema. Hoy en día el precio del tantalio en el mercado es equivalente al del oro.

Dos grandes conflictos han asolado esta región en los últimos años, el primero fue la Primera guerra del Congo (1996/97), posteriormente la Guerra Mundial Africana o Segunda Guerra del Congo, que se inició en 1998 y acabó oficialmente en el 2004 con los acuerdos de Pretoria. En esta guerra participaron todos los países de la región. Fue una guerra promovida por las empresas de la alta tecnología (high-tech) que, obtuvieron enormes beneficios. La demanda mundial de internet y el”boom” informático de esa década hicieron del Congo un objetivo estratégico. La guerra actual parece una reedición aumentada de la anterior. La elecciones del 2004, auspiciadas por la UE y 17000 cascos azules, produjeron un espejismo de estabilización. Participaron todas las etnias y fueron consideradas las más limpias de África. Resultó ganador el actual presidente J. Kabila por abrumadora mayoría, mientras, las fuerzas opositoras que no recabaron más allá del 3,5% de los votos, no reconocieron nunca los resultados, poco después iniciaban las hostilidades con el apoyo de países limítrofes como Ruanda, Uganda y la imprescindible financiación de las grandes compañías occidentales. Según las NNUU y la organización Human Right Watch, el Ejército Patriótico Ruandés (guerrilla levantada en armas y opuesta al gobierno) es la responsable de la explotación de los yacimientos de aluvión del este del país utilizando fuerza laboral esclava, entre ellos miles de niños. Los grandes destinatarios de este tráfico son EEUU, Alemania, Holanda, Bélgica y Kazajistán. Los países que en este momento colaboran en el expolio del Congo, especialmente Ruanda, Uganda y Burundi han firmado planes de apoyo y cooperación con EEUU; una parte de su deuda externa ha sido cancelada y se les premió con el reconocimiento estadounidense. Alguno de estos personajes, como el jefe rebelde L. Nkunda, está acusado por el Tribunal Penal Internacional de crímenes contra la humanidad. Hace meses, en cambio, fueron bendecidos por el “hisopo” democrático de la Casa Blanca: sin duda sólo es casualidad que el padre del ya ex presidente Busch, sea uno de los mayores accionistas de la empresa American Mineral Fields, una de las más beneficiadas con este tráfico.

Según el IPIS (Servicio de Información para la Paz Internacional) las principales empresas tecnológicas occidentales están perfectamente informadas de la situación y financian directa o indirectamente la guerra. El Coltan es demasiado importante para reparar en pequeños detalles éticos! Compañías como Alcatel, Compaq, Dell, Ericsson, HP, IBM, Lucent, Motorola, Nokia, Siemens y otras compañías punteras utilizan compuestos que contienen Tántalo, así como las compañías que fabrican estos componentes como AMD, AVX, Epcos, Hitachi, Intel, Kemet, NEC. Ellas son las grandes beneficiarias y en definitiva las grandes responsables del genocidio congoleño. Está ahora en juego no sólo la explotación del país sino su disgregación como estado para apoderarse más fácilmente de sus recursos; así lo denunciaron personajes como el Arzobispo de Bukavu, François-Xavier Maroy Rusengo, al advertir de las implicaciones de las empresas occidentales y la propia misión de las NNUU a través de tropas de interposición, MONUC .

La situación social está alcanzando rasgos de catástrofe humanitaria como reconocen organizaciones como (MSF, la ACNUR o el PAN) El riesgo de internacionalización del conflicto se hace más insistente por momentos.

La guerra en el Congo es también, y sobre todo, resultado del enfrentamiento entre EEUU y la China por controlar recursos mineros estratégicos. Los acuerdos firmados por China con el gobierno congoleño en el 2007 implicaban la inversión de 10500 millones de dólares en infraestructuras, carreteras, puertos, aeropuertos y hospitales, a cambio de 10 millones de toneladas de cobre y 600000 de cobalto y otros minerales. El gobierno asiático además pagaba entre un 20 y un 30% más que las compañías occidentales por tonelada de mineral extraída. La firma de los contratos con China, en el mes de agosto coincidió con la negociación de las compañías occidentales. A finales de ese mes, perdida la partida frente a la propuesta asiática un antiguo militar, Laurent Nkunda, con apoyo ruandés y de las compañías mineras occidentales iniciaban la guerra. Los combates se han centrado en la frontera este, precisamente la más rica en minerales de todo el país. Esa es la realidad del conflicto y no otra.

El papel del MONUC

Las NNUU enviaron en el 2000 fuerzas de pacificación el MONUC, por sus siglas en inglés. Con más de 17000 soldados y un presupuesto de 1000 millones de dólares año es el contingente militar más importante organido por ese orgnismo internaiconal. Su comportamiento ha sido denunciado por ONGD como MSF y la propia iglesia católica, así como muchos testigos. Se les acusa de apoyar a las fuerzas guerrilleras y no defender a la población civil. Es difícilmente creíble que una fuerza militar de 17000 efectivos con armamento moderno, sea incapaz de controlar a una guerrilla pobremente armada que no supera los 4000 hombres. Algunos analistas señalan que estas fuerzas defienden básicamente los intereses económicos de las compañías de los países de pertenencia y no de los jefes de misión de la propia ONU. Los cascos azules son vistos por la población como parte del conflicto, no como una solución. El día 27 de octubre numerosas manifestaciones contra las fuerzas de las NNUU se desarrollaron en todo el país, en Kinshasa la capital, la multitud que lanzaba piedras contra los blindados es reprimida con armas de guerra, murieron 3 civiles y decenas más fueron heridos por las balas de los “pacificadores”. El día 29, y en un alarde de cinismo, el ínclito Javier Solana, salía en defensa de las fuerzas del MONUC por su ejemplar comportamiento al mantenerse en el territorio a pesar de las dificultades. El mismo día las tropas rebeldes se asomaban a la capital provincial de Goma, uno de sus objetivos estratégicos, donde recientemente se ha descubierto petróleo y proclamaban un alto el fuego unilateral.

La guerra del Congo es un microcosmos de la situación internacional, donde la lucha por recursos estratégicos y por tanto escasos, alcanza niveles de extraordinaria violencia y barbarie. Es una guerra colonial con rasgos propios de la violencia que nos depara el capitalismo del siglo XXI. Un conflicto que se quiere ocultar y que golpea también nuestras conciencias cada vez que compramos el último e “imprescindible cachivache electrónico”.

Eduardo Luque Guerrero